La Noche Oscura del Alma
La Noche Oscura del Alma es un proceso duro aunque necesario. Un salto en esta espiral sagrada que es la evolución.
En el siglo XVI, San Juan de la Cruz* realiza un poema que lo titula La Noche Oscura del Alma. Con sus hermosas palabras, nos explica este tránsito narrando el viaje que hace nuestro espíritu hacia su madurez.
San Juan de la Cruz era un monje de la Orden de los Carmelitas Descalzos*, y este texto lo escribió mientas era aprisionado por sus hermanos que se oponían a sus reformas. Con su vida ejemplifica de qué se trata esta Noche Oscura de la Soledad; siempre en dirección contraria a la comodidad, al aprecio de nuestros semejantes, al respeto y los éxitos materiales.
Nadie puede escapar de este viaje. No se elige. Cuando tu espíritu ha alcanzado cierto nivel de conocimiento, ya no hay marcha atrás.
Este tránsito hacia la unión con Dios, y me refiero al Dios que todos tenemos dentro, no es casual. Es como todo fruto, madura en el momento que tiene que madurar. Se habla mucho de esta travesía en las distintas religiones. Es caminar hacia el Reino de Dios, al Atman del hinduísmo, la conciencia Rigpa en el budismo tibetano o la No-Mente en el budismo zen.
Es duro el proceso, muy doloroso; oscuro. Querremos parar, sin saber adónde ir. Por un largo tiempo, nos encontraremos varados en una especie de limbo, extranjeros de la vida misma; rogaremos por regresar al momento anterior, incluso ansiaremos morir, porque cuando la Noche aparece, aparece.
Es LA LLAMADA de nuestra voz interior; y como todo nacimiento se realiza en soledad. Se sueltan todos los bastones, cadenas y artilugios a los que estábamos sujetos para no resbalar. La identidad se llena de preguntas y mira al pasado y al futuro una y otra vez, y se desintegra. Nuestro Yo Social muere. Nuestras relaciones mueren. Nuestros intereses y acciones mueren. Todo muere, y duele.
Muchos aún no han llegado a esta incubación, esta suerte de crisálida en la cual en su interior está la oscuridad y en su exterior está la luz y los nuevos vuelos al cielo. Para ellos no escribo, no lo entenderían. Están demasiado aturdidos con los éxitos, ceros en la cuenta bancaria, postureos, «amistades» y perdidos en esos viajes de fotos, hoteles y spa.
Yo me comunico para quienes ya están aquí, junto a mí, en este camino. Mi voz es solo para alentar a quienes transitan la Noche Oscura ignorando su poder. Quienes desconocen la riqueza de esta travesía, y por ello temen y se entregan a la depresión, medicación, confusión, desconcierto, distracción, y así pueden alargar esta agonía sin procesar este ciclo tan profundo, rico y nutritivo.
La alquimia también se pronuncia frente a este proceso. Para los alquimistas del Medioevo, todo comenzaba en la Nigredo (negro/noche), le sigue la Albedo (blanco/luz) para terminar en la Rubedo (rojo/transformación).
- Nigredo: Momento delicado. De choque. El ser comienza a observar que el mundo no es cómo creía. Que no es quién pensaba. Es un sufrimiento consciente ante la pérdida de la identidad.
- Albedo: Etapa de claridad y discernimiento. Se pasa a un estado más luminoso donde se distingue lo bueno de lo malo, las virtudes de los complejos, la ilusión de la verdad.
- Rubedo: Es la culminación. Cuando se pone en práctica una nueva manera de sentir, pensar, hablar y actuar.
Muchos, la mayoría, no están preparados para este paso. De ahí que este momento oscuro que comienza con la Nigredo no llegue a desarrollarse. La llamada de nuestro espíritu es tapada por el consumismo, las adicciones, proyecciones, depresiones, rutinas y otros derivados de esta Hipnosis Concensual que nos mantiene ciegos, mudos y sordos a pesar de los sentidos. Para trascender este primer estadio, se necesita de la consciencia y la confianza de que a contracorriente se va bien. Que todo está bien.
Esta distracción que arriba menciono es la angustiosa manifestación del ego que no quiere perder su protagonismo. Cuando el alma clama por su espacio en nosotros, y puja por su propósito, nuestra mente condicionada se resiste. Hará lo imposible porque no escuchemos el sonido del silencio ni veamos la luz que proyecta a las sombras. Sin embargo, el alma es poderosa y sigue su trabajo por emerger de esas profundidades que no terminan de nacer, y esta confrontación de los distintos aspectos de nuestro ser crea una crisis que provoca mucho dolor, además de desconcierto.
El ego insiste; no se rinde. Sublima esta necesidad vital y espiritual y es capaz de hacer largos recorridos superficiales alrededor de rutas «sagradas», rituales banales, cursos de pseudo-espiritualidad de la nueva era, mantras huecos, posturas forzadas… y en su afán por acallar la verdad del alma, nos convence con espejitos de colores y caemos en la trampa de la ilusión y nos encerramos bajo llave en las cárceles que nos vende la comodidad.
Si te encuentras en la Nigredo, te aliento a que no temas y te aventures a transitar esta Noche Oscura del Alma. Te impulso a que no dudes. El dolor que trae este vacío existencial es una importante alarma. Vas por buen camino. Con la confianza, ni más, ni menos, alcanzarás la Albedo.
Saca de tu pecho ese valor que te has acostumbrado a silenciar. El mismo valor que te trajo aquí: a la vida. No mires hacia atrás en la Noche, solo hacia adentro. No verás jamás la llama de una cerilla bajo el sol del mediodía. La llama del conocimiento aparece desde la más profunda oscuridad. Eso sí… no te quedes ahí. Una vez que aparece la luz, ve hacia ella.
¡BUEN VIAJE!